Título: Holanda Vertical
Autor: Vázquez Ortiz, Pablo
Resumen: HOLANDA VERTICAL
Siempre se ha entendido la fotografía de arquitectura como un medio complementario a la propia arquitectura, documento que, en manos del arquitecto, ha de reflejar las claves de un proceso de proyecto coherente y constante, como aquel documento que detiene el tiempo en el último instante que al arquitecto le pertenece, un tiempo preciso y pausado, en óptimas condiciones de iluminación, sin duda, un tiempo único en la vida de la obra, y a la par, el punto de partida de un tiempo distinto, el tiempo para el que la arquitectura fue proyectada y construida, el tiempo destinado al uso y disfrute de la obra, el tiempo de la múltiple ocupación.
Se desvanece aquí el papel de la fotografía de arquitectura como de elemento de comprobación y de constatación de una serie de intuiciones previas, para convertirse en el elemento de transmisión de conocimiento, de difusión de una arquitectura construida y lejana, a priori desconocida, para constituir el aperitivo de una arquitectura real, (pues se entiende que el único documento de la realidad, es la propia realidad), para ser un agente destinado a la seducción, incluso, quizás, a la admiración, pero sin duda, un agente que incita a la contemplación in situ, a la visita arquitectónica, tan necesaria y placentera, dada la no objetividad e inocencia de las imágenes previamente ofrecidas, pues solo mediante el empleo de los cinco sentidos, se puede conocer, comprender y disfrutar plenamente una obra arquitectónica. Visita arquitectónica más placentera, si cabe, cuando se produce asociada a la actividad universitaria, formando parte del viaje de estudios, antesala del viaje del arquitecto, donde las emociones se acumulan, condensan e intensifican dado el reducido espacio temporal en que éstas se producen.
Y es entonces, cuando la fotografía, en manos de un individuo ajeno al proceso constitutivo de la obra representada, llamémosle arquitecto o incluso¿ fotógrafo, deja de ser un elemento de toma pausada y estable que, dirigido desde la razón, está a la espera del instante optimo, del instante único, para convertirse en un elemento a merced de las emociones propias y personales de cada individuo, a merced de un tiempo cambiante y variable, un elemento destinado a capturar, no la obra fotografiada de un modo aséptico, descriptivo y pleno, sino destinado a capturar las sensaciones y circunstancias propias del momento de la toma, a capturar aquellos aspectos determinantes y definitorios de la obra fotografiada que, tiempo después, activen la memoria del arquitecto¿ llamémosle fotógrafo, y que con la ayuda de las vivencias y recuerdos de éste, recompongan una realidad vivida, no solo anhelada.
Solo así, la fotografía en su relación eterna con la arquitectura, deja de ser fotografía de arquitectura, para ser fotografía de viaje, para dar un nuevo formato a aquellos viejos apuntes que el arquitecto tomaba en sus extensos y prolongados viajes que nunca debimos perder y ahora condensamos, para ser una fotografía personal y subjetiva, una fotografía claramente intencionada que, como ocurriera con aquellos apuntes, componga el cuaderno de viaje.
Y es en este punto en el que nos encontramos, el de la presentación del cuaderno de viaje del que, estudiantes y profesores del Taller H, realizamos a Holanda en Marzo de 2008. Un cuaderno de viaje intencionadamente incompleto y nunca comentado, un cuaderno de viaje que, a través una serie de imágenes parciales y siempre verticales, refleja una mirada perversa sobre la obra construida en un territorio extraordinariamente horizontal, un cuaderno de viaje que tiene por objeto reactivar le memoria de cada uno de los participantes en el mismo, un cuaderno de viaje que cada uno haga suyo.
Por último, cabe mostrar mi más sincero agradecimiento a todas aquellas personas que han hecho posible que este cuaderno de viaje tome forma, en sus más diversos formatos, desde el viaje hasta esta publicación, sin olvidar el proceso de selección, o la exposición de las imágenes en Equipopropio, muchas gracias a todos. Sin más, invitar a que cada uno complete su propio cuaderno de viaje, pues éste es solo un punto de partida, punto de partida al recuerdo, punto de partida a viajes futuros.
Pablo Vázquez Ortiz.
Arquitecto autor de las imágenes.
URI: http://hdl.handle.net/10251/17966
Fecha: 2008